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Resistir y prevalecer

Hubo una época en la fotografía peruana, en la que la piedra fue materia elemental y cimiento del sentido de nación. Las imágenes eran vistas de monumentos arqueológicas o topográficas, cuando eran descriptivas del terreno. O ruina hermética o registro fáctico.

La piedra, la roca, si se quiere, que encierra el mineral, la riqueza en metálico futuro, lo ocultaba dentro. El presente de una imagen configuraba el progreso como una profecía que quebraba la piedra, que la hacía estallar.

El absoluto de la piedra le salía al encuentro al observador, en dos direcciones. Cualquier muro de siglos fotografiado en las alturas, prodigio de piedras talladas y pulidas, aparecía como el cenotafio del Tawantinsuyo, el muro como tumba pétrea que no contiene cuerpo. No hay nada más alejado y ajeno a un cuerpo -incluso, a uno sin vida-, que la piedra angular, de superficie sensibilizada y porosa, que encaja a la perfección con otras más, en una estructura inca.

Un Ande sacro y un Ande por fracturar y destruir. Desde la última década del siglo XIX hasta 1970, las imágenes tanto en la poesía como en el arte visual sugerían la fábrica de un sueño en piedra, perdido por siempre, cosa del pasado, contemplado. Otras expectativas surgían en torno a la piedra en espera de ser dinamitada, la roca saltando en pedazos con violencia y fe en el instante. La piedra como obstáculo a ser allanado. A ser cercenado de un tajo. Eso no es ni comienzo ni final de nada en lo alto.

La piedra en la naturaleza, en el terreno no fue mirada por lo que era. Samuel Hurtado, joven fotógrafo, nos convence de que está retratando la piedra como la ve. ¿Podremos saber en qué piensa cuando la mira y la fotografía en el aire seco bajo la bóveda añil del cielo? Para empezar, no ve una, ve la multiplicidad.

En una conversación sostenida hace 25 años con Billy Hare, él me refirió, especulativamente, la visión budista de los maestros Wu-Li: todo en el mundo material está vivo, pero cada existencia transcurre en una dimensión temporal diferente. Los maestros siempre empiezan su enseñanza ingresando al corazón de la materia.

La atención que Hurtado que presta a presencias líticas por momentos lo deja a uno atónito. ¿Es otra la cultura de la piedra, que resiste y prevalece en esta fotografía, en un horizonte de lo concreto y de lo post-sublime? Porque no hay temor de dios en sus ángulos y sus perspectivas, aunque el blanco y negro tiene algo así como un acento bíblico andino.

Afirmar visualmente la existencia de la piedra para un nuevo siglo es una proeza. Sigamos desde hoy al fotógrafo y a esta dimensión fotográfica en construcción.

Curador : Jorge Villacorta Chávez.

Mayo de 2023